Historia de pescadores

 Mancora además de ser hoy un lugar que se puso moda, del turismo mochilero (Backpacker), y surfistas, y vendedores de pulseritas, con sus rastas, antes que eso fue y es un pueblo de pescadores, y de eso les quiero contar.

Un lugar como tantos otras aldeas de marinos, donde viven esas familias curtidas, que todas las madrugadas a las 5 de la mañana parten en busca de la captura, me contaba Guerrero un servidor, así se me presento cuando le pregunte, si estaba preparando su balsa para salir al día siguiente, ahí al atardecer comenzó esa charla de dos individuos que sobre la arena blanca, y en pocos instantes, se tratan descubrir el uno al otro. La balsa de troncos, dijo los traían del Ecuador, estaba unida con unas frágiles cuerdas de cáñamo y una deshilachada vela verde, que junto a su remo, lo introduce todas madrugadas a las cálidas aguas del pacifico.  Bordeando la costa va buscando el sustento diario que es de unos 50 Soles comento, unos 18 dólares rápidamente calcule, mientras me marcaba, con sus curtidas manos el horizonte, ¿conoce órganos? Me dice con su simplicidad, y esa mirada, que marcaba dándole pasión y dejando ver el orgullo por lo que me narraba, es el pueblo que está un poco más al sur, decía, y sobre la blanca arena dibujaba el recorrido que el hacía, me meto como una hora mar adentro, para lograr la pesca  vio Don remarco, ante mi mirada de asombro, mientras yo pensaba; en esta balsa!. Luego miramos ambos el horizonte, viendo a lo lejos los barcos anclados, leyendo mis pensamientos con su sabiduría me dijo, también trabajo en uno de esos barcos salimos 7 días mar adentro, pero esos llevan hielo, y tienen cámara, pero a veces cuando no hay pesca nos quedamos hasta 10 días remarcaba.

Le conté un poco lo que yo estaba haciendo, me pregunto de donde era  y nos despedimos con un apretón de manos, y repitió Guerrero un servidor.

Guerrero un servidor

La frágil balsa y su remo

Ahí también salgo a trabajar