Salí
de Pasto (Colombia) a Cali, y nuevamente me interne en esas carreteras que
tienen Colombia, curvas y mas curvas, entre pequeños poblados que hay a la vera
de la ruta y todo a lo largo de ella, una cosa que me había dado curiosidad es
que había visto Renault 4L y Reanult12, en buen estado, pero en una cuesta haya a lo lejos, vi algo que me llamo la
atención, son esos segundos que prendieron una alarma en mi cabeza, no se porque,
ya que como venía viajando entre curvas y contra curvas, sumado que muchas
veces cuando entras a la curva vienen esos camiones gigantes, en la mano
contraría buscando el mejor ingreso a la misma, o quizás porque un tiempo antes
un auto, totalmente contramano pasando a otro me había hecho acelerar el
corazón un poco más de lo normal, es por
eso que venia muy atento. Pero estaba el Citroën ahí trepando esa cuesta, lento
pero seguro con esa luz que irradiaba, que solo se ve en un instante en esos
lugares alejados de todo, en el medio de la montaña y la selva. Me voy
acercando y ahí me di cuenta porque tuve eso que había encendido esa alarma
unos milésimas de segundo antes. Miro y veo, la negra y blanca, esa patente que
nunca le damos bola ya que la vemos todos los días por millones, pero en
Colombia, ahí en el medio de la nada eran
las dos únicas patentes Argentinas la de ellos y la mía y nos habíamos
encontrado.
Freno
los paso tocándole bocina saludándolos, buscamos un lugar ya que ahí por como
son este tipo de rutas no hay banquinas, y en una recta en subida, de la mano
contraría pudimos parar ya que era el único lugar, mas o menos seguro para la
charla.
Del
3 CV, bajaron dos soñadores, esas personas que un día metieron sus ilusiones,
dentro de ese pequeño y frágil auto para algunos, pero quizás para ellos esa
maquina hacedora de sueños que los lleva a buscar sus aventuras, a encontrar esos
lugares en el mundo, donde los descubrimientos que realicen, pintaran de
distintos matices sus vidas, para luego trasmitir como juglares ese mundo diferente
que muchas veces nos pintan de una forma y que quizás en el diario vivir no es
tan así.
Micaela
y Facundo, son de Rio Cuarto y Rosario, y juntos van recorriendo en su nave del
77 el auto de Mafalda, como ellos ponen, hace ya un año los distintos países de
américa con destino a México, viven de la venta de artesanías, y si alguien
quiere colaborar con ellos con un galón de combustible, o comprándole algo de
las artesanías que crean con sus hábiles manos, o simplemente seguirlos o saber más de ellos este
es su blog citronautasdeamericamestiza.blogspot.com y si quizás tienen la
suerte como yo, de encontrarlos en su derrotero, ellos los transportaran por un rato en
ese viaje incomparable que realizan, junto al auto de Mafalda.
El auto de Mafalda
Tres ilusiones unidos por esta gran vía que es la Panamericana
Que emocion se siente al vivir estos momentos, mas si viajas solo, es como encontrar tu familia o un amigo de la vida, sabes Guillermo, tenes un estilo muy bueno para relatarnos los momentos vividos, estpy vieviendo el viaje por segunda vez, segui asi, no te canses, porque es lo que seguramente te va a comenzar a ocurrir en algun momento
ResponderEliminarSuerte y un abrazo